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Mostrando las entradas de octubre, 2010

Para elaborar juntos, a partir de la muerte de Néstor Kirchner

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La impactante muerte de Néstor Kirchner supone, a quienes le sobrevivimos, una reflexión sobre las pasiones políticas que inevitablemente nos recorren y contribuimos a forjar por el hecho ser parte de cuerpo colectivo mayor que el de la mera individualidad, que el de la familia o que el del grupo. Descubro en mí con claridad un largo y perturbador esfuerzo por moderar las oscilaciones anímicas (luego de un largo hábito de desprecio por todos los gobernantes pasados), la acentuación de cualquier pasión directa hacia estos dos últimos gobiernos. Preservación ante un amor que bien podría brotar de ciertos gestos bien importantes que desde las presidencias de estos años se realizaron con relación a la historia y al presente de las militancias justicieras, pero también y más intensamente, de una persistente desconfianza proveniente del fondo mismo sobre el cual se realizan esos mismos gestos. Esa “preservación” (no sé si es la palabra correcta), me parece, tiene un motivo: el intento propio

Ojos que no quieren escuchar

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Vi varias veces y con pavor el relato de cómo el chico secuestrado (Berardi) pidió ayuda a vecinos y remiseros y nadie lo quiso ni siquiera escuchar. Ese abandono no fue tenido en cuenta en el relato de los noticieros que justificaban sordamente a los vecinos temerosos. Esos vecinos, cada uno preso en su casa o en su auto, vieron en ese pibe una amenaza y luego, una vez que apareció trágicamente muerto en las pantallas, ratificaron su miedo.  Volvieron a justificarlo. ¿Cómo, ellos, simples vecinos asustados, iban a poder diferenciarlo de un “chorro”?, es la pregunta sorda que mascullan, el consuelo que se dan, el subtexto invisible de los medios que no los cuestionan... Se ve que no importó ni siquiera el color claro de su piel, ser hijo y nieto de profesionales exitosos, y varios etcéteras que, en el relato minucioso de los medios, lo colocan más allá del identikit de pibe chorro. Pero los vecinos no podían imaginarse todo eso que después reveló su error.   Sin embargo, se pueden

En defensa de Hebe

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Compañeras, compañeros de Carta Abierta, como bien saben, me encuentro lejos y en extremo ocupado con la tarea que nos ha sido encomendada en la Feria de Frankfurt (al lector desprevenido, desde C.A. organizamos un seminario de lectura y discusión de Un paso adelante, dos pasos atrás , del inmenso Vladimiro Lenin como minúsculo aportar a la Revolución Latinoamericana en curso). Así y todo no puedo dejar de emplear unos minutos en trazar estas líneas que, al tiempo que abrazan y se solidarizan con la compañera Hebe, intentan —no digamos “denunciar” que suena soberbio y algo buchón— pero al menos no dejar pasar alegremente esta (nueva) muestra de debilidad de nuestro compañero (un compañero dirigente, un compañero del Buró; un compañero de los más formados y con mayor influencia sobre las masas), quizá más que compañero, Comandante (si creemos, como creemos, que nuestro actual núcleo intelectual, cual foco armado en otros tiempos, está llevando a cabo la indispensable tarea de enfrent

El malestar y las ganas de vivir estallan en Barcelona‏

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 "La gente ha dicho basta. Las autoridades afirman que ha sido un grupo antisistema, jóvenes con estética okupa…. Pues no. Hemos sido nosotros. Ese nosotros que las furgonetas de la policía histérica persiguió durante horas por la ciudad sin poder encontrarlo. Ese nosotros que aplaudía cuando se rompían los cristales de El Corte Inglés. Ese nosotros que tomó la palabra en la primera asamblea realizada en el banco expropiado de la plaza Catalunya y dijo: “Tengo casi cincuenta años. Estoy en paro desde hace cuatro años después de trabajar toda la vida. Estoy desesperada pero esta okupación me ha devuelto la sonrisa”. En la dictadura democrática todo se puede decir y no sirve para nada. Sí, ciertamente. Pero que en un edificio de los más altos de la ciudad una enorme pancarta proclame “La banca nos asfixia, la patronal nos explota, los políticos nos mienten, CCOO y UGT nos venden… A la mierda” es una verdad demasiado insoportable para el poder. Porque además la gente acudía cada vez

¿Qué quiere decir laburar?

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Instituto de menores José de San Martín, a una cuadra del Parque Chacabuco. Una tallerista conversa con dos pibes de 15 años. – Cuando salgan de aquí, ¿qué piensan hacer?       – Nada, yo voy a seguir robando. ¿Qué te voy a decir? ¿Querés que te diga que “no”?       – ¿No piensan laburar, por ejemplo?       – Laburar sí, pero de escruche, con la tarjeta.       – ¿Y por qué no laburan?       – Porque no, es re feo. Te pagan veinte pesos por día.       – ¿Donde?       – En todos lados –contestan a coro.       – Mejor es ir a robar, me traigo más de veinte pesos por día.       – Pero, ¿no es más peligroso?       – Y sí, a mí ya me dieron un tiro en la espalda... *** Otro día, otra conversación. Mismo lugar, mismo aula. Esta vez bajaron dos chicos de Villegas, un barrio que queda pasando Tablada y Ciudad Evita, al frente de Puerta de Hierro y a la vuelta de la villa de San Pete. – Son todos pasillos, todos laberintos. Salís para cualquier lado. Allá no te agarra ni ahí la yuta. – ¿Y p