Aburridos vuelven a casa

por @valeriano2015

No entiendo qué pasó en Brasil con toda esta movida de la gente en las calles, no digo ahora con Francisco, sino antes cuando todos se movilizaban no precisamente para festejar. Aquí y allá leí algunas cosas, pero siempre se sobredimensiona la movilización callejera en cualquier lado (recuerdo un volante de algún grupo de izquierda que festejaba la movilización callejera del heroico pueblo de Kirguistán). Se sobredimensiona y se sobrefactura: cualquier análisis quiere cobrar como propio lo que pasa en otro lugar y eso pasa en especial con aquellos que jamás pueden cobrar como propio algo por estas pampas.

En los muchos análisis que se hicieron, obviamente se comparó lo que estaba pasando en la tierra de Neymar y Xuxa con las últimas multitudinarias movilizaciones que ocurrieron en nuestro país. Se habló del poder de los medios y estos hablaron de uno y otro gobierno, en especial resaltaron la capacidad y vocación de diálogo que tuvo siempre Dilma y cómo escuchando a los manifestantes tomó sus reclamos y modificó el aumento del bondi.

Dilma escuchó, dialogó, concedió, y ese fue su gran error: les dio la puntita y fueron por más. No es difícil imaginar a Cristina llamándola y diciéndole que los ningunee, que los niegue, que mande a cualquier portavoz a decir que son golpistas, o rojos, o títeres de los medios, y que en especial no le conceda nada de nada. Solo la gente que está muy al pedo puede sostener varios días una movilización: el ninguneo los desanima en forma rápida, pero darles la razón los alienta y empuja en busca de más cosas.

¿Qué nos enseña el cristinismo con respecto a la movilización callejera? Ignorarlos hasta que se aburran. Y, de todos modos, si esto no alcanza para desorganizarlos y desmovilizarlos, siempre está el troskismo para mandarlos a casa.