¿Y ahora qué?
Por Juan Pablo Maccia
Terminó la campaña: empieza la
discusión política. Lo primero es lo primero: el FpV, a tres años de la muerte
de su conductor, sigue siendo una fuerza importante. Mucho de lo que ocurra de
acá en más depende de ver el modo de corregir la penosa escena de anoche, en la
que el “equipo de Cristina” festejaba para contener la propia fuerza. Tras el
telón, sin embargo, comienza el debate a fondo. Si como dijo Artemio Lopez, el
voto a Massa en la Provincia de Buenos Aires es el de la población más
necesitada: ¿por qué ocurrió esa fuga de votos? Y sobre todo ¿qué se hará para
revertir ese escenario?
Massa fue el hombre de la noche. Un
puro semblante. Todo lo que parece tener bobo como orador, lo tiene de astuto
para el armado. Sin partido ni programa, con pura juventud y apelaciones a la
unidad, la tolerancia y la seguridad ganó prácticamente en todo el conurbano.
En su discurso, además de anunciar la guerra contra los “chorros”, se animó a
lo que jamás se hubiese animado el propio Menem en campaña: anunció la unidad
de empresarios del campo y de la industria: la unidad, bajo el mando de las
finanzas, de las clases dominantes. Con Francisco en el corazón. Más tarde, en
conferencia de prensa, dijo que su diferencia con De Narváez -ganador y
dilapidador de una victoria mucho más ajustada en 2009-, es que él no “es un
empresario, sino un militante político”.
En su primera elección derrotó, sin
decir casi palabra, a Cristina y a Scioli: ¿cómo se detiene semejante aluvión?
Los hombres relevantes que tomaron la
palabra, sobre el final de la elección, provienen de la UCDé. Jóvenes,
festejados, visibles, patéticos. Uno es vice, el otro desafía el poder
organizado del peronismo bonaerense desde el corazón del territorio bonaerense.
Esta novedad histórica impide ligar la figura de Scioli a la de Cafiero del 88.
Desde el punto de vista formal, el
gobierno tiene la estabilidad institucional necesaria para terminar su ciclo.
El sistema político argentino pasa de los tres tercios (derecha pura,
kirchnerismo, socialdemocracia) a los cuatro cuartos desparejos (FpV; Massa;
Macri; socialismo-radicalismo). Nadie la tiene regalada. El peronismo crece
dividido, y en un panorama atomizado pasa a contar la segunda vuelta. En un
escenario congelado en la elección de ayer el kirchnerismo seria derrotado por
alguna de las tres minorías que lo desafían.
Triste panorama. Scioli tendrá que
recomponer lo que se jugó y perdió en esta campaña. Habría que recompensarlo de
algún modo: puso su geta en donde no estaba la de la jefa. Sin el (desde todo
punto de vista) indigno giro a la derecha de la campaña (Granados en Seguridad;
Insaurralde hablando de bajar la imputabilidad a los menores) la derrota
hubiese sido aun mas fulminante.
En las provincias de mayor electorado
la cosa merece un análisis más detallado. Bien Córdoba, donde el 15% del FpV es
muy interesante. Un desastre en Santa Fe. O en Mendoza. Importante lo de Entre
Ríos.
Ahora todo puede y debe ser rediscutido. A la espera de Cristina, y con
Cristina. Incluido el fracaso estrepitoso de Unidos y Organizados. Es prematuro
avanzar mucho más en estas primeras reflexiones. Pero quizás haya que insistir
en algo: dentro del 30% de quienes votamos al FpV, habemos quienes hemos decidido
no entregarnos, dar la pelea, arrojar cascotes, mear a los forros y
oportunistas que saltan de bando, escrachar a los camaleones, sustituir a los
que se deprimen. A los que crean que la tienen fácil le decimos: la década
ganada, es la de los pibes dispuestos a resistir.