¿Efecto Forster o pura legitimación? (Una polémica con Juan Pablo Maccia)
por Rosa Lugano
No existe ningún efecto Forster. En todo
caso existe, sí, un efecto Kirchner. Y si existe algo así como un
efecto-Forster, es algo muy diferente al que describe Maccia.
Para demostrar la falsedad de su
afirmación y la verdad de la mía me voy a servir de la propia argumentación de
Maccia (y de Foster).
Según el texto de Maccia escrito para
TELAM, Foster es el Visionario o el Anunciante del Acontecimiento (¿un Nuevo
San Pablo?). ¿Cuál es el Acontecimiento?: el arribo sureño de un viento
intempestivo llamado Néstor. Pero también el advenimiento y conversión de Bergoglio en el Papa Francisco.
El Filósofo anuncia y sobre-argumenta
el cambio, ante quienes permanecen ciegos a él. Subraya y convence sobre la
verdad de una transformación que, sin embargo, se le presenta como ya hecha.
Una Relevación. Una verdad venida de lejos, contingente, impensable. De la que
no ha participado en su sentido material ni Moral.
Encontrada de improviso, y como ya
hecha, no obstante, esa verdad se vuelve total. La conversión hace al fiel. La
verdad que Foster anuncia dice así: de lo viejo y devaluado surge lo
imprevisible y esperanzador.
Este entusiasmo por las mutaciones
es, en este caso, completamente banal (Forster no es Pablo de Tarso, aunque insista
en que él es un “judío” especialista en Benjamin y por eso no hay que temer que
utilice su patético cargo de custodio del pensar nacional como un comisariado).
Por admirables que resulten, no hay “acontecimiento” alguno en las formidables
tentativas de relegitimar procesos y estructuras como las del Estado Nación
Capitalista o la Iglesia Católica.
Foster porta sí, un Rostro y una
Retórica –en esto Maccia ve claro- hiper funcional a esos procesos. Tiene una
verba. Y con ella pastorea. Más que un efecto es una reverberancia.
Pero pastorear no es pensar. Pensar
no es hacer sanata. Siquiera sanata erudita. Siquiera sanata humanista.
Siquiera sanata universalista. Maccia se equivoca doblemente. Ante la ausencia
de acontecimiento se inventa un falso profeta.
Pero no nos engañemos: el problema no
es Kirchner ni Foster. El problema son los Maccia: puro síntoma de una
intelectualidad carcomida por la falta total de compromiso con verdades
creativas, con procesos productivos y carentes de toda perspectiva histórica.