El camino del loco: una experiencia ¿desmanicomializadora? // Fernando Stivala


"La gente normal es aburrida.
Prefiero conocer personas
que tengan algunos trastornos mentales,
gustos extraños o adicciones. "


Aclaración paranoica (y necesaria):

Esta experiencia surge como desprendimiento de prácticas del Frente de artistas del Borda, experimentación auto-investigativa. Sin el par sujeto-objeto.

Necesidad de estar en común sin las exigencias conocidas.

Tenemos la intuición de que en los amigos locos hay pistas para rastrear esa necesidad.

¿Por qué?

Una: no entran en las técnicas de autoayuda para tener amigos, para socializar. 

Relación no tecnificada, hay que inventarla.

Sin el imperativo de unidad, mando, pertenencia, buenos modales. Sin contrato social, ¿qué queda?

Demasía-dispersión-multitud.

¿Es posible vivir con otros así?

Esta pregunta nos llevó a experimentar.

Insisto: sin un sujeto desfaectado que solo observa. Sin un objeto fijo a describir.

Sin sujeto ni objeto hay situaciones, encuentros, territorios de donde salimos y entramos. Conjunto de cuerpos en ciertas relaciones. Esas relaciones las experimentamos de distintos modos. Intentamos no rechazar ese estado de afecciones, lo tomamos como insumo, y nos preguntamos porque sentimos lo que sentimos. A partir de ahí armamos (pensamos) territorios para ver que pasa en ese nuevo estar en común.

El conocimiento tiene que ver con esa experiencia que tenemos, por eso decía que no hay sujeto del conocimiento constituido frente a un objeto a describir. Nos metemos en el supuesto objeto, conocemos más y descubrimos que no está hecho, no es inerte, y no tiene que ver con nuestras representaciones.

Más que el par sujeto-objeto somos cuerpos vivientes con afecciones, y tratamos de aprehender a conocer a partir de la experiencia de vincularnos.

El encuentro con los otros no es lo que buscas, la potencia es el encuentro con lo no estereotipado, con lo que no tiene imagen, no solamente con lo lindo de contar. La historia de la potencia no es  la historia de un sujeto que se presenta con sus triunfos, ni logros personales.

La potencia es el conjunto de accidentes no siempre dignos pero que abrieron posibles que no existían.

No se trata de embellecer la potencia.
  
Hobbes artista:

El Frente de artistas del borda es una organización que tiene como fin la desmanicomialización a través de producciones artísticas de calidad. Si es necesario aclarar “de calidad” estamos mal, pero su mención tiene la intención de discutir el supuesto objeto loco ya no solo en relación al imaginario negativo que produce, sino también en relación a esa mirada complaciente que puede generar.

Esto nos abrió nuevas preguntas.

¿Por qué es necesario producir?

¿No podría ser otra forma encanutada de normalización?

¿Cómo deconstruir los imaginarios sociales en torno a la locura sin idealizar ni normalizar los padeceres?

¿Estas intenciones no siguen siendo el maquillaje de los cuerpos vivientes que mordimos el anzuelo que nos puso la figura del: salvador – curador – terapeuta – neurótico – normalizador – socializador – colonizador – homogeneizador ?

¿No sería rearmar el viejo pacto social?

¿No seríamos los Hobbes disfrazados de artistas?

¿Cómo crear nuevos territorios que no respondan a los viejos pactos sociales con fines socializadores para el estar en común?
No sabemos, entonces probamos. 

Mundos divertidos:

Marcelo Percia dice que “la locura no es una fatalidad personal, es una sensibilidad inaudita, hendidura por donde entra el dolor de toda la sociedad.” Quienes no soportan ese dolor ven diagnósticos, víctimas, show tinellesco.

Cuenta que “el deseo respira el dolor que produce la civilización que enloquece. Y en ese dolor deseante el deseo puede desear estares en común más justos e iguales”. Distintos.

Los diagnósticos nos dan vivencia de que no hay salida ni entrada. El encierro acontece cuando no existen comunes delirantes. Por eso creemos que en la locura hay pistas para fugar de los estares en común conocidos y asfixiantes de los rótulos.

Inventamos “el camino del loco” para que no quedar desfasados, solos y te declaren demente. Comandos que aferran, por momentos, puntos de demencia. Un estar en común de desorbitados sin amos, ni jefes, ni banderas, ni ideales a los que haya que responder.

Es un proyecto de desatar mundos inauditos, o al reves, de ver mundos inauditos donde suele haber unidimensionalización (etiqueta) de la existencia. Aburrimiento: universión de los hechos. Universidad de la vida.

“El deseo desorbitado puede desear mundos inauditos”.

Liberar los inauditos es un resto de potencia que el pensamiento necesita. Decisión del pensamiento no voluntaria. Decidir pensar que lo existente no agota lo posible. Desgarradura del vivir y del pensar. No soportar el mundo como está: automático, repetido, acatador, aburrido.

Por eso creemos importante incluir la dimensión de la diversión. Posibles versiones de lo viviente.

Encantar puntos de demencia:

¿Son posibles estares en común sin la lógica adhesiva de la propiedad privada, de la unión fanática? 

¿Son posible estares en común donde se sostengan proximidades y distancias a la vez?

¿Cómo? Amamos lo raro, lo inexplicable, lo demencial.

Si hay un Marlon Brando lo libidinizamos, lo seguimos, lo rodeamos. Si hay un streeper, lo mismo. Si hay problemas de amor, inventamos terapias de pareja.

¿Es posible una comunidad sin estados de sujeción, ni metas? 

¿Se puede vivir con otros sin el proyecto de civilización?, ¿sin las intenciones de convivencia, aprendizaje, buenos modales?

Y la pregunta siempre inhibitoria: ¿y si le pasa algo?

¿Cuáles son los límites?

Un ejemplo: tema dinero. Todos ponemos guita para las salidas o viajes. No para que se manejen bien y tengan la concepción de ahorro de la clase media. Que lo gasten en lo que quieran. No queremos normalizar, pero si igualar en las condiciones. Obviamente sin el imperativo de la igualdad tonta. Si un amigo te dice: “hoy no tengo, bancame” claro. El tema es si se congelan el dar y recibir: otro problema del estar juntos.

Por eso nos preguntamos ¿cómo cargar con experiencias desmanicomializadoras a cuestas sin revisar las cristalizaciones manicomiales que se hacen pasar por propias cotidianamente?

Una compañera cuenta que “muchas de las intervenciones que hacemos a favor de la desmanicomialización solo buscan justificar (sin saberlo en el mejor de los casos) un rol, un yo profesional”. Entonces buscamos estar atentos, que nuestro rol de coordinador psicológico por ejemplo no sea el que acompañe al pobre compañero internado hasta la puerta del hospital.”

Se pregunta: “¿Cómo desandar la dependencia que el hospital construyó?, ¿cómo desandar la necesidad de ser necesitados que la facultad construyó?, ¿cómo destruir los lugares de víctima?”

“Cada uno y cada una puede más de lo que le supone el rol, ¿cómo construir estares en común sin la suposición de lo que podemos? 

Cualquier pretensión  que funcione como imperativo obtura la sensibilidad. En lo sensible no hay caridad, identidades, ni suposiciones.”

Demasía y soledad:

Inventar caminos es que haya más cuerpos para llevar la demasía (fuerza desbordante que puja por ser dicha) holgadamente.

Esa soledad no es solamente del declarado delirante. Es la soledad existencial que solo podes cargar adormeciendo sensibilidades. Si abrimos esa puerta todos nos encontramos desamparados, y por eso nos juntamos.

Paolo Virno trabajando la idea de multitud se pregunta donde encontrar un reparo incondicionado. Dice “que el estar en común es un lecho constituido por usos y costumbres repetitivas y por eso confortables, un cauce que funciona como antídoto para esa soledad. La angustia hace su aparición cuando nos alejamos de la comunidad de pertenencia, de hábitos compartidos, de juegos lingüísticos sabidos por todos. Fuera de la comunidad el peligro es impredecible, constante, angustioso”.

Cuenta “que vivir es, para las sensibilidades hablantes, una tarea dificultosa, y que para hacerle frente es preciso antes que nada mitigar la desorientación provocada por el hecho de que no disponemos de un ambiente prefijado”.

En experiencias reguladas no te encontras con relaciones impensadas. Está todo codificado.

Lo contrario es la necesariedad de inventar estares en común como estrategia de salvación del peligro inminente de sentirse huérfano, extranjero o loco.

Experiencia que tenemos todo el tiempo si vivís en una situación donde la regulación codificada no es igual. Vivís la experiencia del extranjero, estás en un país donde el otro no sabe tu idioma ni vos sabes el suyo. Tenes que apelar a una potencia expresiva infinita para poder comunicarte. No alcanza con el código, ni con hablar un idioma. Vas a tener que esforzarte para ver como el otro gesticula, que piensa, que le pasa.

Se trata de crear territorios existenciales donde en ellos pueda haber existencias que normalmente quedan excluidas. Producir resistencias es producir territorios existenciales y no volver a un modelo previo.

La pregunta insiste ¿es posible una comunidad de los sin comunidad?

¿Cómo nos protegemos, si cae la ficción de unidad, de la angusita que todo cuerpo conoce: la de extrañamiento del  “propio” cuerpo?

“Ese mal asfixiante de los grupos se expresa como réplica horrible a la peligrosidad del mundo, del vagabundeo, de la intemperie, del naufragio”.
  
Marco teórico: laberinto del loco

¿Porqué con locos? Por azar, por capricho, o por sospecha de que ahí hay algo inaudito.

Nos angustia no tener marco teórico pero; ¿no creen que ese marco lo tenemos que inventar a partir de la experiencia cada vez y no al reves?

“Somos también productos de lo que las instituciones hicieron con nosotros. Al loco se le nota el manicomio, a nosotros la facultad, creer que el marco teórico existe a priori de la experiencia, es una muestra. Muchas veces dudamos porque no podemos encajarlo en el manual del psicólogo, nos gusta dudar, nos gusta descubrir que lo inaudito se desata cuando se destruyen las identidades que nos gobiernan”.

¿Hay que inventar nuevos estares en común, o hay que seguir los protocolos del sentido común para intervenir?

Intentamos idear ocurrencias que dejen de lado los estereotipos de cura.

“Estar en común sin la pretensión de la cura por que no hay nadie a quien curar, porque no nos creemos mejores q nadie”.

Intentamos ingeniar acciones inusuales que puedan funcionar en cualquier parte, imaginar fabulaciones colectivas que segundeen algunos estallidos del mundo.

Segundeo  de la experimentación. Segundeo que no inhibe, que se sube porque intuye que hay algo en la cita de misterioso. Ese misterio es lo que le hace aceptar todas las propuestas. Sabe que para decidir, antes tiene que experimentar. Por las dudas dice que sí. Mirá si se pierde la cita al acontecimiento. Es un segundeo que apuesta. Sabe que muchas veces no pasa nada, pero también sabe de que la única forma que la intuición lo asalte, es bailando.

Segundeo que no se casa con los hechos.  No es como el movimiento. Segundeo que es movimiento, experimentación y decisión.

Este segundeo también necesita de un entre. Ese entre ya no es alguien que proponga, sino una propuesta. Un llamamiento. No está al servicio de los egos, sino de que la cosa funcione. Desde que segundea ya se olvida como y quien lo invitó a ese tren, solo sabe que está en un tren en movimiento.

Ya no hay individuo, grupo, comunidad, sociedad, ni siquiera situación. Hay ruptura, enloquecimiento. No se construye por voluntad, sino ver cuándo y cómo es posible que surjan territorios existenciales para que emerjan ciertos posibles.

“La desmanicomialización es una lógica de los vínculos, más allá de los derechos, es una lógica del estar en común”.

El camino del loco, por ahora, intenta e inventa territorios existenciales como antídoto a la desmanicomialización manicomializante.

Contaminaciones: Ayelen Diorio, Paolo Virno,
Marcelo Percia, Diego Sztulwark