Marcha de la gorra: cuestionar los códigos que nos sujetan // Mariano Pacheco
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El viernes se realiza en Córdoba la 10° Marcha
de la gorra. Una juventud que denuncia las lógicas de un “Estado policial” que
se ha instalado en la provincia. Códigos que atan, y a veces, matan.
En ciudades como Córdoba rige una lógica de “policialización” que se
acopla a las típicas costumbres que nos sujetan: modelo familiar y de pareja,
de amistades, etcétera. Modos que nos sujetan y nos atan a los modos de habitar
la ciudad que nos proponen desde el poder. Es que en el capitalismo
contemporáneo no solo estamos sujetos a una estructura que no se sostiene en la
economía (trabajar), y en la política entendida como gestión (votar los mejores
representantes), sino también en una serie de costumbres que implican la
distención, la diversión y el ocio (cada vez menos creativo).
Si aquello que el filósofo Baruch Spinoza denominó como pasiones
tristes implica “separar a un cuerpo de lo que puede”, el Código de Convivencia
(que suplantó al tan cuestionado “Código de Faltas” que rigió por años en la
provincia) no es más que una expresión descarnada de estos afectos. Por eso tal
vez la Marcha de la Gorra puede ser pensada como un ejercicio de despliegue en
el territorio, que pivotea sobre las pasiones alegres de los colectivos y
personas movilizadas. Porque trazar líneas de fuga, salirse de la norma que
rige el modo de transitar la ciudad implica también gestar nuevos
espacios-tiempo. Porque los códigos anclan. Reglan los lugares. Fijan los
cuerpos. Anudan a los sujetos a una lógica determinada (pre-determinada). Los
devenires, en cambio, trazan líneas desde las cuales es posible huir a las
cuadriculas que los de arriba intentan todo el tiempo imponer para reglar
nuestras conductas, para limitar nuestra imaginación.
Devenir imperceptible, entonces, como una apuesta por gestar nuevas
cartografías, trazar nuevos recorridos, conjurar los impedimentos que el
Estado, a través de sus códigos, nos impone en la circulación por la ciudad.
Se trata entonces de imaginar modos de interrumpir la “normalidad”
de nuestra cotidianeidad.
Pensar-sentir-imaginar-crear una nueva cartografía donde
desplazarse, ya no de un punto fijo a otro, sino experimentar nuevos modos de
ser y habitar, el tiempo, el espacio, los afectos. Algo de eso se viene
gestando en Córdoba en torno de la Marcha de la gorra, no sólo con las masivas
y creativas movilizaciones de cada noviembre, sino también en torno a sus
actividades previas, cada vez más, más numerosas y más intensa.
Algo de eso intentaremos poner de relieve este
viernes 18 de noviembre, cuando a las 17 horas nos concentremos en General Paz
y 9 de julio para decir una vez más que el Estado policial es responsable.