El después de la cárcel: la importancia de las salidas transitorias para poder reinsertarse // Liliana Cabrera
Hoy estoy acá, representando a la organización
YoNoFui
en las Jornadas "Justicia de Género para una Ciudad Global". Todavía
tengo el pulso acelerado y me transpiran un poco las manos mientras observo
todo y pienso ¿Cómo llegué desde la cárcel donde estaba presa, a ser invitada a
disertar en este lugar? Y pienso: uno, no es sin los otros.
Cuando llegás a un penal, el sistema te
destruye, aniquila tu individualidad para hacerte parte de una masa de personas
que solamente son reconocidas como un número de legajo o un número de
expediente, que son tratadas como un paquete -porque así te llaman los
guardiacárceles- haciéndonos sentir que ya no somos más parte de la sociedad.
Lo único que me permitió preservar la idea de
que seguía siendo una persona fue la posibilidad de participar de los espacios
educativos que dictan las organizaciones sociales y las Universidades. Así fue
que empecé a participar de los talleres de poesía y de fotografía estenopeica
de YoNoFui.
No fue fácil porque salir a
"Educación" es parte de una lucha constante con el personal
penitenciario. En esos espacios encontré la contención necesaria para poder
seguir adelante, pude confiar en los otros y sentir que los otros confiaban en
mí; allí conocí mejor a mis compañeras, hablábamos de cosas que no surgían en
el pabellón, no era necesario que estemos alertas o a la defensiva como suele
instigar ese sistema a las personas detenidas; entre mate y mate fuimos creando
lazos de afecto.
Los talleres eran vida y fuerza colectiva en
un tiempo que había nacido muerto, nada positivo hubiera nacido de la cárcel de
no haber existido la posibilidad de ser parte de esos talleres. Ese espacio
vivo eran las mujeres que lo habitaban, las compañeras de "adentro" y
de "afuera", las profes que venían, la posibilidad de pensar y crear
juntas. Así fueron pasando los años, ocho en total.
La poesía se fue haciendo parte fundamental de
mis días, fue la posibilidad de hablar de cosas de las que nunca había hablado,
incluso fui perdiendo el tartamudeo severo que arrastraba desde hacía años.
Publiqué tres libros de poemas estando detenida y creé una editorial cartonera
en la cárcel. No fue fácil entrar las herramientas y los insumos al penal,
explicarle al Servicio Penitenciario porqué era importante que nuestras voces
sean escuchadas fuera de los muros; lo logré gracias al apoyo colectivo, de
YoNoFui y de todas las compañeras que se encontraban detenidas conmigo.
Pero lo que realmente me preparó, dándome los
cimientos necesarios para vivir en libertad (porque pude volver a sentir lo que
era cruzar una calle, viajar en colectivo, capacitarme, tener una rutina fuera
de la cárcel, conocer personas e ir creando vínculos) fue la oportunidad de
salir en transitoria por estudio, instancia a la que uno llega con mucha
paciencia y muchos sacrificios, porque no se accede fácilmente a las salidas
transitorias, son muchos los requisitos que uno tiene que cumplir.
A la hora de salir traté de unir los
fragmentos rotos de una vida que ya no existía, que el encierro terminó de
destruir, llenando los vacíos con una nueva trama de afectos, que se fue
tejiendo a y fortaleciendo con mi salida transitoria. Empecé a estudiar
Periodismo en el Taller de YoNoFui, en el barrio de Palermo. Ahí me fui
rodeando de personas en quienes confiar, de compañeras que pasarían a ser tan
importantes para mí como una familia, un lugar donde anclar toda una vida de
incertidumbres.
También pude capacitarme en Gestión de redes
sociales, Data Management, tagging, a partir de una alianza que YoNoFui tenía
con la empresa social Arbusta. Para mí todo era nuevo, cuando yo entré al
penal, no conocía Facebook o Twitter, o tenía una vaga idea de la web. Hoy soy
Community Manager en las redes de YoNoFui, soy docente de ese mismo taller que
integraba en la unidad de Ezeiza y trabajo entre otras cosas, como moderadora
del diario que usted está leyendo (la nota salió publicada en el diario La
Nación).
A más de tres años de estar en libertad
condicional, en tiempos en que se busca la modificación de la Ley de Ejecución
Penal 24.660, normativa que rige la vida y las condiciones de alojamiento de
las personas privadas de libertad, me parece importante contar mi experiencia y
las razones por las cuales me parece tan necesario que esta ley, cuyo fin es la
inclusión de las personas, no sea modificada. La reforma propone por ejemplo,
quitar las salidas transitorias ordinarias, por estudio y laborales, la
posibilidad de salir en libertad condicional, el endurecimiento en las
condiciones de alojamiento de un sistema cuyo fin según dice esta misma Ley es
dar herramientas para la "resocialización", no el castigo.
Yo ofrezco mi testimonio que habla de la
importancia de ese cruce necesario entre el "adentro" y el
"afuera" porque es cierto que quienes tuvimos acceso a la educación y
al acompañamiento en el proceso de recuperar la libertad, no reincidimos.
Hubiera sido imposible para mí, como para tantos otros, tener este presente,
sino hubiera tenido la posibilidad de capacitarme, de poder proyectar un futuro
diferente, para construir otra vida en libertad.
[fuente: Diario La
Nación]